El sábado pasado tuve
la alegría de ver como los jóvenes de la parroquia llegaron a la misión para
limpiarla y adecentarla. No era la primera vez que lo hacían, pero hace
bastante tiempo que esto no ocurría si no era por motivo de una reunión o
fiesta. Pregunté a qué se debía el retomar esta acción. Me dijeron que habían
decidido que por lo menos una vez al mes, tenían que hacer este servicio a la
comunidad, y que limpiarían el entorno de la misión y también de la iglesia. Lo
hicieron a conciencia y se reunió un grupo grande. Entre ellos los había de
todas las edades y condiciones. También Romaric, un chaval con una discapacidad
en una pierna y que tiene que andar con una muleta, estaba allí barriendo y
recogiendo. El pasado martes celebramos D. Bosco, santo que dedicó su vida a
los jóvenes y nos pidió que los tratásemos con cariño y paciencia. Aunque no se
puede negar que nos dan disgustos, también se ve que tienen un corazón grande y
desinteresado en muchas ocasiones.