Jean Noel con mujeres de nuestras cooperativas |
Hace unos días nos
visitó el nuevo párroco de Tobre. Tobre es la parroquia vecina a treinta
kilómetros de casa, pero ya pertenece a otra región y a otra diócesis. Jean
Noel es un hombre agradable, de la etnia otamari que sufre con el baribá igual
que yo. Durante la conversación en la comida, me contó una historia sobre su
parroquia ciertamente interesante. La parroquia de Tobre estuvo once años
cerrada por falta de sacerdotes, y eso que había sido una de las primeras en
abrirse por los misioneros SMA en la región. Era una situación negativa para
los católicos de la parroquia, por lo que el imán de Tobre, juntó a unos cuantos
católicos y se fue a ver al obispo, que vive a unos 120 kilómetros por pistas,
para decirle que no podía seguir así la situación, que era imprescindible que
enviase un pastor para los católicos de la zona. Que eso haría mucho bien a
toda la población. Cuando estamos en un mundo donde cada uno mira sólo por sus
intereses, cuando parece que el islamismo radical quiere imponerse a cualquier otra
forma de pensar, resulta que sigue habiendo gente buena en nuestra sociedad.
Quizá si tuviéramos una mirada limpia como la del imán de Tobre, si supiéramos
estar atentos a las necesidades de los que nos rodean como lo hizo este buen
hombre, quizá podríamos construir un mundo mejor. Más gente como él necesita el
mundo. La cuestión llegó al nuncio, el cual envió un sacerdote del sur hasta
ese pueblo perdido en medio de la nada.