El pasado domingo se
juntaron los jóvenes de la comunidad de Fo-Boure para hacer un día de encuentro
y reflexión, sí sí, he dicho reflexión. Además de bailar, jugar, comer,
charlar, también tuvieron un pequeño espacio donde estuvieron pensando cómo
debían actuar en el día a día, qué debían cambiar y mejorar para poder
transformar su realidad. Escuché propuestas realmente interesantes. El tema de
la reflexión era la vanidad, cogida de un texto del Eclesiastés 11,8-10. Un tema
interesante también para la edad madura. ¿En qué cosas ponemos nuestro orgullo
y nuestras alegrías? La conclusión fue que una vida es grande, cuando en el
pensamiento están antes los demás que uno mismo. Para lo cual una de las cosas
que tiene que cambiar en nuestros corazones es la capacidad de compartir.
Goldwin, un chico nigeriano que vive aquí, les regalo bastantes latas de
refrescos, galletas y dulces, todos estaban sorprendidos y agradecidos. Fue un
testimonio claro del camino que todos nosotros debemos tomar, compartir lo que
tenemos y lo que somos nos engrandece a todos. Vanagloriarse es absurdo, aunque
se reciba el reconocimiento temporal, sólo la
humildad puede llevar al camino del reconocimiento permanente, aunque
uno no se entere de ello.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
martes, 15 de septiembre de 2015
Conjugar tradición y modernidad
Ayer lunes tuvimos la fiesta en Kosia, al
finalizar la celebración, como es normal, los jóvenes bailaban y cantaban,
tocaban los tambores, y disfrutaban con sus tradiciones. Al lado de ellos había
otro grupo que escuchaba música por los altavoces y también bailaba. Lo cierto
es que todos se lo estaban pasando en grande, la alegría del día de fiesta se
notaba en el ambiente. A lo mejor porque ese día no tuvieron que ir al campo a
trabajar. Muchas veces centramos nuestros debates en si hay que seguir las
tradiciones o dejar paso a la modernidad. Bien cierto es que dejar morir las
tradiciones da pena, pero no dejar paso a nuevas tendencias también es un
empobrecimiento. El caso es que ayer pude comprobar que lo importante es
disfrutar con lo que se hace, saber conjugarlo y convivir en armonía. No veo
que tengamos que buscar conflictos donde no los hay, eso sólo ocurre cuando se
quiere imponer un gusto u opinión a los demás. Cuando existe la posibilidad de
conjugar las cosas, el enriquecimiento para todos es incuestionable. A todo
esto hay que añadir que las ancianas, mientras comían sentadicas en sus bancos,
miraban con aire de satisfacción la escena en su conjunto. “¡Ay si nos hubieran
dejado hacer a nosotras esto en nuestros tiempos!”
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