El pasado domingo se
juntaron los jóvenes de la comunidad de Fo-Boure para hacer un día de encuentro
y reflexión, sí sí, he dicho reflexión. Además de bailar, jugar, comer,
charlar, también tuvieron un pequeño espacio donde estuvieron pensando cómo
debían actuar en el día a día, qué debían cambiar y mejorar para poder
transformar su realidad. Escuché propuestas realmente interesantes. El tema de
la reflexión era la vanidad, cogida de un texto del Eclesiastés 11,8-10. Un tema
interesante también para la edad madura. ¿En qué cosas ponemos nuestro orgullo
y nuestras alegrías? La conclusión fue que una vida es grande, cuando en el
pensamiento están antes los demás que uno mismo. Para lo cual una de las cosas
que tiene que cambiar en nuestros corazones es la capacidad de compartir.
Goldwin, un chico nigeriano que vive aquí, les regalo bastantes latas de
refrescos, galletas y dulces, todos estaban sorprendidos y agradecidos. Fue un
testimonio claro del camino que todos nosotros debemos tomar, compartir lo que
tenemos y lo que somos nos engrandece a todos. Vanagloriarse es absurdo, aunque
se reciba el reconocimiento temporal, sólo la
humildad puede llevar al camino del reconocimiento permanente, aunque
uno no se entere de ello.