martes, 28 de febrero de 2017

Gente necesaria

Jean Noel con mujeres de nuestras cooperativas
 Hace unos días nos visitó el nuevo párroco de Tobre. Tobre es la parroquia vecina a treinta kilómetros de casa, pero ya pertenece a otra región y a otra diócesis. Jean Noel es un hombre agradable, de la etnia otamari que sufre con el baribá igual que yo. Durante la conversación en la comida, me contó una historia sobre su parroquia ciertamente interesante. La parroquia de Tobre estuvo once años cerrada por falta de sacerdotes, y eso que había sido una de las primeras en abrirse por los misioneros SMA en la región. Era una situación negativa para los católicos de la parroquia, por lo que el imán de Tobre, juntó a unos cuantos católicos y se fue a ver al obispo, que vive a unos 120 kilómetros por pistas, para decirle que no podía seguir así la situación, que era imprescindible que enviase un pastor para los católicos de la zona. Que eso haría mucho bien a toda la población. Cuando estamos en un mundo donde cada uno mira sólo por sus intereses, cuando parece que el islamismo radical quiere imponerse a cualquier otra forma de pensar, resulta que sigue habiendo gente buena en nuestra sociedad. Quizá si tuviéramos una mirada limpia como la del imán de Tobre, si supiéramos estar atentos a las necesidades de los que nos rodean como lo hizo este buen hombre, quizá podríamos construir un mundo mejor. Más gente como él necesita el mundo. La cuestión llegó al nuncio, el cual envió un sacerdote del sur hasta ese pueblo perdido en medio de la nada.

jueves, 16 de febrero de 2017

Bendita pobreza

El fin de semana pasado estuvimos en la primera peregrinación, sólo de niños, organizada por la diócesis, en el santuario de Nuestra Señora de la Paz. Esta nueva iniciativa hizo que se doblase el número de niños respecto a otras peregrinaciones, tuvimos más de dos mil seiscientos niños. A parte de decir que fue agotador, por su intensidad y animación, debo remarcar que sigue sorprendiéndome gratamente el ver como estos chavales se movilizan para pasar dos días juntos. Como llegan en camiones y furgonetas, donde van de pié y pasan bajo el duro sol un par de horas o tres. Pero no es para jugar al fútbol o cualquier otro tipo de competición como las que hay en España. Están deseando juntarse para compartir su fe, sus cantos y bailes a Dios, para poder rezar juntos y sentir que no están solos o en minoría como les pasa en sus pueblos. No tienen ninguna pereza a la hora de asistir a la catequesis, o de rezar delante del Santísimo, y como no, de rezar el rosario por el pueblo comiendo una cantidad de polvo que se te mete en los pulmones y no te deja casi respirar. Adoran la fiesta y pasárselo bien, pero no se olvidan de lo esencial que es compartir lo más profundo y serio que tienen en sus vidas, la fe. Alguno podrá decirme que es porque tienen pocas opciones, y tampoco tienen otro tipo de distracciones, entonces no me queda otra cosa que responder, bendita pobreza.

jueves, 2 de febrero de 2017

Jóvenes desinteresados

 El sábado pasado tuve la alegría de ver como los jóvenes de la parroquia llegaron a la misión para limpiarla y adecentarla. No era la primera vez que lo hacían, pero hace bastante tiempo que esto no ocurría si no era por motivo de una reunión o fiesta. Pregunté a qué se debía el retomar esta acción. Me dijeron que habían decidido que por lo menos una vez al mes, tenían que hacer este servicio a la comunidad, y que limpiarían el entorno de la misión y también de la iglesia. Lo hicieron a conciencia y se reunió un grupo grande. Entre ellos los había de todas las edades y condiciones. También Romaric, un chaval con una discapacidad en una pierna y que tiene que andar con una muleta, estaba allí barriendo y recogiendo. El pasado martes celebramos D. Bosco, santo que dedicó su vida a los jóvenes y nos pidió que los tratásemos con cariño y paciencia. Aunque no se puede negar que nos dan disgustos, también se ve que tienen un corazón grande y desinteresado en muchas ocasiones.