lunes, 1 de abril de 2024

Visitar, acompañar

 

Me disculpo por escribir con retraso este blog y que no haya salido publicado en marzo, prometo enmendarme. Feliz Pascua de Resurrección. Este escrito viene muy a cuento con el tiempo que vivimos, pues el obispo nos mandó encargarnos de un pueblo nuevo que no pertenecía a la parroquia, aunque si era del distrito, por distintas circunstancias había quedado circunscrito a otra parroquia antes de nuestra creación. Un pueblo gando, muy alejado de todo y con caminos malos, por no decir imposibles en tiempos de lluvia. Pero los misioneros habían llegado allí y habían formado una pequeña comunidad. Por desgracia, han estado mucho tiempo sin ser atendidos y sin ninguna visita por parte de nadie. Que importante es visitar y acompañar a la gente, en todas las circunstancias de la vida. Sobre todo a los últimos, los más abandonados, a los que nadie considera. Pues eso es lo que hemos empezado a hacer con la gente de la comunidad de Konaru. Nos recibieron entre escépticos y alegres, casi no se lo podían creer. Charlamos, nos interesamos por ellos, rezamos juntos y prometimos visitas regulares. Sólo encontramos a tres de la antigua comunidad, nos dijeron que por lo menos quedaban diez, pero que no estaban. En este tiempo de resurrección, con pequeñas acciones como visitar y acompañar, podemos hacer revivir a mucha gente.

Estado en el que encontramos la capilla

jueves, 29 de febrero de 2024

Ramón, adaptación, justicia y paz

 


El pasado sábado enterrábamos a Ramón Bernad, un misionero de la sma que ha dedicado más de cincuenta años a esta zona de Africa. Después de pasar cuarenta y siete años evangelizando y trabajando por la justicia y la paz en Costa de Marfil, le pidieron que se viniera para Benín y no puso ninguna objeción. Bien dispuesto se adaptó rápidamente a su nuevo país. Lo importante no es el lugar, sino si puedes trabajar y vivir tu vocación con lo que te llena. Ramón lo tenía claro, y como regalo le volvieron a asignar la comisión justicia y paz, para que fuera concienciando de la falta que hacen las dos cosas en este mundo. No paraba de viajar y dar charlas de formación sobre este asunto. Pero no por eso descuidaba la parroquia donde estaba destinado y mucho menos sus visitas a la cárcel de Parakou, ya lo hacía en Costa de Marfil, tenía esa sensibilidad y la cuido siempre. Ahora descansa en Buka junto a su amigo Jesús. Que su ejemplo nos sirva como acicate, para sabernos adaptar a las nuevas circunstancias que nos llegan a todos en la vida, y para no olvidar que un día estamos muy bien y al día siguiente podemos estar enterrados. En este tiempo de cuaresma es bueno recordar que polvo somos y al polvo volveremos. Vivamos lo que importa de verdad.

miércoles, 31 de enero de 2024

Agujeros

Hoy no voy a hablar de los caminos, aunque con el título podría perfectamente hacerlo. Sino del mes de enero que termina, en el que por desgracia he tenido que ir a bendecir tres agujeros, aunque uno ya estaba cubierto de arena. Tres situaciones bien distintas, pero todas nos hablan de esperanza, de una vida futura, aunque también nos encogen el corazón y de tristeza. Al principio de mes, cuando todavía celebrábamos las fiestas de navidad, me comunicaron la muerte de un niño de dos años y medio, ya estaba enterrado, pero fui a rezar a su tumba, y a acompañar a la familia, una vez más, no saben de que murió. Unos días después fue el anciano Parfait, al que estábamos ayudando con los gastos del hospital, parece que el corazón no le aguantó más, aquí todavía no había hecho el entierro de un bautizado, por lo que la comunidad andaba un poco perdida. Por supuesto celebramos el funeral con cuerpo presente y fuimos hasta la tumba. En este caso rectangular y alargada, cada etnia la hace de una forma y con diferentes tradiciones. Dentro de los bariba hay dos formas de hacerlo, los wasangari, que son los guerreros la hacen así. Seis días después, un hombre joven, Abu, de una pequeña comunidad gando, donde tengo tres catecúmenos, de los cuales dos asistían con regularidad, uno de ellos era él. Todo el pueblo está muy tocado con esta defunción, tuve suerte, en ese momento tenía una visita en casa de catequistas gando de otras parroquias, y me acompañaron al entierro, al no ser bautizado no hubo misa, pero sí oraciones y bendición. Son duras estas situaciones, sobre todo cuando en un país económicamente más desarrollado, muchas de estas muertes no ocurrirían, aunque otras sí, pues la muerte forma parte de nuestro existir. Pero nuestra presencia y nuestra oración en los entierros pone su toque de esperanza. De hecho, los que no son católicos agradecen nuestra manera de afrontar la situación, pues hablamos de la Vida, de la verdadera Vida.