miércoles, 26 de agosto de 2015

Curar heridas

Por tercer año consecutivo nos acompaña en la misión, durante unos cuantos meses, Angelines. Esta matrona jubilada que salva la vida de muchos niños y sus madres en los partos de la maternidad del pueblo. Cada vez que viene aumentan las consultas y curas de todo tipo en la misión. Quemaduras, dolores, heridas. La gente está encantada con el trato que les da, no sólo profesional, sino con el cariño con que lo hace. Les cuesta un poco comprender que las heridas y dolencias no se curan en la primera visita y que hay que seguir unas pautas para poder sanar. Los que son fieles, que por desgracia no son todos, consiguen salir sanos, hasta los casos más extremos. Por desgracia, hay heridas y dolencias que no son físicas, sino afectivas y propias de la vida. Situaciones muy duras que les toca vivir. ¡Qué difícil es acompañar estos casos! Pero aunque el tratamiento de choque sea doloroso en primera instancia, igual que ocurre cuando visitan a Angelines, el que consigue aguantar, muy probablemente acaba sanando y mirando la vida con esperanza. Todos padecemos sufrimientos de este tipo en la vida, lo importante es dejarnos acompañar y aconsejar.

viernes, 14 de agosto de 2015

Conseguir un sueño

Abraham ha sido ordenado sacerdote el pasado sábado. Cuando llegó a la parroquia hace veinte años, siendo un adolescente, acababa de terminar la escuela coránica. Al conocer la comunidad católica de Gesubaani quiso hacerse católico, y más aun, casi desde el principio dijo que quería ser sacerdote. Sus padres al enterarse de la noticia, le pegaron una paliza, le prohibieron la entrada a su casa y no le hablaron más. El tuvo que empezar con los cursos infantiles del colegio. Luego tuvo que estudiar el instituto en Cotonou, donde por las noches para sobrevivir hacía de taxi-moto. Un problemilla con el obispo de la diócesis le hizo volver a su diócesis de origen, donde ha sido ordenado. La ayuda de la parroquia de Fo-Boure y de alguna familia en especial le ha animado siempre. Su padre murió el año pasado sin hablarle, pero su madre ha estado en la ordenación y en un rito muy bonito se lo ha entregado al obispo. Abraham ha conseguido su sueño, ser sacerdote y sobre todo que su familia lo acepte con alegría, aunque sean musulmanes. El sueño de Abraham, como el de mucha gente, es conseguir la paz y el diálogo entre la gente de distintas razas y religiones. Esperemos poder conseguir ese sueño entre todos.