Por
tercer año consecutivo nos acompaña en la misión, durante unos cuantos meses,
Angelines. Esta matrona jubilada que salva la vida de muchos niños y sus madres
en los partos de la maternidad del pueblo. Cada vez que viene aumentan las
consultas y curas de todo tipo en la misión. Quemaduras, dolores, heridas. La
gente está encantada con el trato que les da, no sólo profesional, sino con el
cariño con que lo hace. Les cuesta un poco comprender que las heridas y dolencias
no se curan en la primera visita y que hay que seguir unas pautas para poder
sanar. Los que son fieles, que por desgracia no son todos, consiguen salir
sanos, hasta los casos más extremos. Por desgracia, hay heridas y dolencias que
no son físicas, sino afectivas y propias de la vida. Situaciones muy duras que
les toca vivir. ¡Qué difícil es acompañar estos casos! Pero aunque el
tratamiento de choque sea doloroso en primera instancia, igual que ocurre
cuando visitan a Angelines, el que consigue aguantar, muy probablemente acaba
sanando y mirando la vida con esperanza. Todos padecemos sufrimientos de este
tipo en la vida, lo importante es dejarnos acompañar y aconsejar.