lunes, 29 de agosto de 2011

El hombre propone y Dios dispone

Los niños de Gamagui encantados con los globos
 La semana del 15 de agosto prometía ser maravillosa. Empezábamos con la fiesta de la Asunción patrona de la Iglesia parroquial de Fô Bure. Teníamos un montón de actividades desde el fin de semana anterior programadas y muchísimas cosas que hacer esa semana. Ya nos habíamos organizado para atender lo más que pudiéramos a pesar de la ausencia de Luis por vacaciones. Pero ese fin de semana lo comencé con fiebre alta y con diarrea, descartamos que fuera malaria haciéndome la prueba, el domingo tuve que parar una misa cuatro veces y la segunda la suspendí, el lunes día quince parecía que pintaba mejor y a duras penas aguanté la misa de la fiesta. En ese plan estuve cuatro días en los que perdí cuatro kilos. Cuando parecía que ya estaba bien y me disponía a repasar el miércoles gramática bariba con Juan Pablo a este le picó una avispa y le produjo una reacción alérgica salvaje. Gracias a Dios teníamos urbason en casa y se le pudo inyectar, pues los medios del dispensario son escasos. El viernes mientras que Juan Pablo reposaba de su susto y se iba reponiendo me fui con su amiga Toya, que está aquí con nosotros de vacaciones, a hacer la catequesis a Gamagui, uno de los dos sitios donde tenemos que ir en moto. Al terminar la catequesis ella hizo globoflexia a los chavales y cuando volvíamos con el catequista empezó a llover. Me distraje un segundo y la moto se deslizó suavemente. Yo caí y me hice mal en una de mis maltrechas rodillas y en un hombro. El sábado fuimos a que me sacarán sangre de la rodilla y me la vendaran. Así que me toco andar con muletas. El domingo para compensar los disgustos que le estábamos dando a la invitada, Juan Pablo se la llevó a Natitangou y Tanguieta, pero a los veinte kilómetros de partir el coche se averió. Parece que ahora todo va mejor y que no tenemos más sobresaltos. Pero está claro que aquí se ve claramente que no todo depende de nosotros.

sábado, 13 de agosto de 2011

Cada dos minutos

Con mi amigo Miguelito de cuatro años

 Parece que últimamente no saco el tiempo suficiente para escribir, doy gracias a Dios porque me sigue concediendo vida para disfrutar de los que me quieren. No le ocurrió lo mismo a Simplice, uno de nuestros más jóvenes bautizados, con cuatro años y con toda la vida por delante se lo llevó la malaria, lo enterramos hace diez días.
 Los expertos calculan que cada dos minutos en el mundo muere un niño de malaria, el problema no es que la enfermedad no tenga vacuna, que ciertamente solucionaría muchas muertes. El problema principal es la falta de formación sanitaria, la falta de atención y detección rápida de la enfermedad y el problema de gastar dinero en el tratamiento. La malaria cuando te ataca se combate con la quinina y otros fármacos que existen, es raro que si la tratas a tiempo acabe derivando en malaria cerebral y te mate, aunque también puede pasar.
 Esta enfermedad la produce un mosquito minúsculo que si ha picado a alguien con la enfermedad y luego te pica a ti te contagia. Por eso hay una campaña de mosquiteras ahora que es época de lluvias y hay infinidad de mosquitos.
 Estamos teniendo muchas muertes en este momento y sobre todo de niños. Una vez más es algo muy pequeño, como el mosquito anofeles, lo que desemboca en algo muy grande aunque trágico. Cada día en nuestra vida con pequeños gestos podemos hacer algo tan grande como cambiar a mejor este mundo.