Hace unos días organizamos una reunión de parejas. Les
juntamos un viernes por la tarde y un sábado. La idea era tratar los conflictos
de pareja y familiares. Para lo que el ponente, les propuso por la tarde hacer
un cara a cara. Tenían que estar en pareja cara a cara y hablar de las cosas
que les preocupaban, que no iban bien entre ellos, o cosas a mejorar. Para esta
gente, el ponerse a hablar hombre y mujer de esa manera es algo inusual, y en
ocasiones casi imposible. Los que lo hicieron estaban muy agradecidos a la
propuesta, pues les había ayudado mucho y habían estado unas cuantas horas
haciéndolo. Otros no llegaron a animarse a hacerlo, y al oír las otras
experiencias se arrepintieron. Concluyeron que el diálogo y aprender a
escucharse era importantísimo para la vida de pareja y familiar. Pero ahí no
acabaron las sorpresas, en esta ocasión fue el ponente el que quedó sorprendido
al enterarse que por estos pueblos el hombre y la mujer siguen durmiendo
separados en su gran mayoría y que sólo se juntan para tener relaciones. Uno de
los motivos que dieron fue que las mujeres, cuando tienen la menstruación, pueden
contaminar al hombre y hacer que pierdan salud por ejemplo. El ponente, que
también es baribá, no salía de su asombro y por supuesto les instruyo para que
dejasen esas creencias absurdas. Participaron unas ochenta y cinco personas,
pues alguno se vió obligado a venir sin su pareja, pero no quería perderse la
riqueza de este encuentro. Fue un ambiente festivo y formativo que agradecieron
los del grupo familia y que esperamos poder volver a repetir.
lunes, 30 de abril de 2018
miércoles, 18 de abril de 2018
Nicolas
Los
pasados lunes y martes celebramos nuestra salida de Pascua con los jóvenes,
encuentro que hacemos yendo a alguna otra parroquia o población en bici, aunque
cada vez menos jóvenes van en bici, aun se mantiene un nutrido grupo de
participantes. ¿Qué cómo van los demás? En motos, este año un grupo de quince
chicas a pie, en el coche de la misión. Cada uno como puede o quiere. Este año
no era uno de los años más duros, pero entre ida y vuelta unos sesenta
kilómetros. Cierto es que con el calor realmente se hace durilla la cosa. El
caso es que este año no puedo decir que soy el más anciano que va en bici, pues
Nicolas nos ha acompañado, y es un hombre realmente mayor, abuelo incluso,
aunque aquí eso quiere decir poco, pues yo tengo edad de sobra para serlo.
Nicolas
es el antiguo presidente de la comunidad de Sakaru, tiene costumbre de rodar en
bici, pues cada domingo va al mercado de Siki, unos nueve kilómetros de
distancia de su casa, para ver a los amigos y tomar algo con ellos. No es que
sea ejemplo de santidad su vida, pero sí de fe fuerte y siempre animando a la
comunidad. Este año le lancé el reto de acompañarnos, pues otros años nos había
acompañado un tramo. Él recogió el guante y ha hecho toda la salida con
nosotros, ha participado con los jóvenes en la reunión y, hasta que pinchó su
bici cerca de casa, no se bajó de ella. Al final andaba un poco cansado, pero
estaba feliz de haber podido disfrutar de la fiesta con los jóvenes. Cuerpo de
anciano, corazón joven.
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