lunes, 31 de diciembre de 2012

Recapitular

Sin agua limpia para el bautismo, tampoco para beber
Cuando un año se acaba parece obligatorio recordar todo lo que hemos hecho. Por suerte o por desgracia, mi memoria no alcanza a tanto. Estamos disfrutando de la Navidad, tiempo de contemplar a todo un Dios poderoso sin ningún poder aparente, un niño pequeño, indefenso. Cuando un bebe nos sonríe, reconozcamos que esa ternura nos desarma, se apodera de nosotros, brotan los sentimientos más profundos de nuestro corazón. Eso es lo que he vivido de manera intensa este año, gente indefensa, sin poder, sin educación, pero tierna, cariñosa, sonriente. Quizá lo que enamora de esta tierra es que el “espíritu navideño” se vive durante todo el año. He visto nacer a los niños pobres y entre animales, aquí lo que realmente les sorprende del nacimiento de Dios no es eso, sino que nadie acogiese al extranjero. Quizá a nosotros en Europa nos pasa justo lo contrario, cuestión de costumbres.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Navidad adelantada

Un niño cualquiera, al que le gusta lo que a todos los niños

Podría hablar de ello por todos los generosos paquetes que llegan a la misión con los dulces navideños, cosa que no es buena para mi salud física, pero si para la mental y mi consabida glotonería.

 Quería contaros la experiencia que tuve el domingo pasado al acabar la misa de Sinande. Los jóvenes habían preparado lo que llaman la celebración de Navidad adelantada, lo que quiere decir en realidad, que antes de volver a sus pueblos, hacen una representación o varias sobre la Navidad. Lo cierto es que lo hicieron de maravilla. Durante la representación del nacimiento y adoración de los magos, alguien lanzó unos caramelos como presente al Niño. Al principio no hubo ningún movimiento, pero en un momento dado se abalanzaron unos renacuajos a por los caramelos. Hubo uno, que no pasaría de los cuatro años, que cogió todos los que pudo. En mi cabeza me vino la imagen de los críos en España cogiendo kilos y kilos de caramelos para guardarlos en sus armarios ya repletos y no poder acabárselos nunca. Pero así les vamos educando desde pequeños a acumular y tener mucho, aunque sea innecesario e insolidario. Disculpé a este chaval, pues hay que reconocer que ellos no tienen casi nunca un triste caramelo que echarse a la boca. Cual fue mi sorpresa cuando al acercarse a los bancos, los demás niños estiraron la mano para pedirle, el empezó a dar, de lo cual me alegré mucho. Pensé que por lo menos compartía algo. La cosa no acabó ahí, dio los cinco caramelos que había cogido, sí, todos, y sonriendo mostró sus manos vacías a los que le pedían. Me quedé tocado, de primeras le había juzgado como avaricioso por abalanzarse  sobre los caramelos, después recibí una lección de generosidad enorme. Ese niño no come caramelos habitualmente y fue capaz de dar sin quedarse uno para gustarlo. Fue una verdadera Navidad adelantada.

viernes, 14 de diciembre de 2012

La primera vez

Jean Paul, tu sí que preparas bien el mono
 No voy a hablaros de primera vez que he comido mono o serpiente, con que os muestre las fotos vale. Por cierto dos ricos manjares, muy recomendables para la dieta.
Serpiente a la brasa, deliciosa

Quiero explicar eso que ocurre cuando uno está enamorado, pasa años de su vida con una relación profunda y va surgiendo una primera vez para todo. Lo cierto es que a lo largo de mi vida la relación con Dios me ha ido regalando momentos inolvidables, intensos y de una profundidad que han dejado huella en mi vida. El otro día me toco ir a la comunidad de Bwetere que está a dos kilómetros de Fo-Bouré, fuimos en moto con Jean, nuestro catequista que es Gando. Hasta ahí nada de particular, pues estas salidas las hacemos a menudo. Pero resulta que era la primera vez que en ese pueblo íbamos a dar una catequesis formal, y me tocó a mí. El nuevo catequista del pueblo, Salomón y unos cuantos niños estaban esperándonos. Luego se fue añadiendo alguna mujer y algún que otro hombre. Durante años en este pueblo no han podido acercarse a la Iglesia porque había un viejo que les pegaba si lo hacían. Todos sonreían y estaban agradecidos por nuestra presencia. Leímos un trozo del Evangelio y comentamos quien era Jesús. Pero sobre todo les dije que para seguir a alguien hay que conocerlo y hacerlo con total libertad. Les conté que yo estaba allí con ellos porque sentía que Dios me quería infinitamente y que lo comprobaba a diario en estas tierras. Les enseñamos a hacer la señal de la cruz en su idioma y así acabamos. Como siempre esta buena gente agradece nuestra presencia en su pueblo y que tengamos tiempo para visitarlos. Todo transcurrió bajo la agradable sombra de un gran árbol. Para ellos y para mi, fue la primera vez.

Con Jean y la gente de Bwetere en la primera catequesis