lunes, 31 de diciembre de 2012

Recapitular

Sin agua limpia para el bautismo, tampoco para beber
Cuando un año se acaba parece obligatorio recordar todo lo que hemos hecho. Por suerte o por desgracia, mi memoria no alcanza a tanto. Estamos disfrutando de la Navidad, tiempo de contemplar a todo un Dios poderoso sin ningún poder aparente, un niño pequeño, indefenso. Cuando un bebe nos sonríe, reconozcamos que esa ternura nos desarma, se apodera de nosotros, brotan los sentimientos más profundos de nuestro corazón. Eso es lo que he vivido de manera intensa este año, gente indefensa, sin poder, sin educación, pero tierna, cariñosa, sonriente. Quizá lo que enamora de esta tierra es que el “espíritu navideño” se vive durante todo el año. He visto nacer a los niños pobres y entre animales, aquí lo que realmente les sorprende del nacimiento de Dios no es eso, sino que nadie acogiese al extranjero. Quizá a nosotros en Europa nos pasa justo lo contrario, cuestión de costumbres.