miércoles, 30 de septiembre de 2020

Vuelta a la misión

Un poco más de dos meses después de haber dejado la misión,   habiendo pasado por alguna reparación técnica por parte de los médicos y haberme arreglado algún órgano que no iba del todo bien, y por supuesto, haber disfrutado de la familia y amigos, vuelta al trabajo. Pero no como otros años que nada más llegar a Cotonou, ya estabas haciendo los preparativos para subir corriendo al norte e incorporarte a las tareas de la parroquia. Sino que este año, al llegar al aeropuerto, con todo muy bien organizado, te hacen dos pruebas para comprobar que no tienes el famoso bicho y no contaminarás el país. El resultado del PCR te lo dan tres días más tarde en teoría, si has podido pagar. El jueves cambiaron el sistema de pago y ahora hay que hacerlo electrónicamente, no vale con dinero contante y sonante. Por si fuera poco, hay que conseguir la cita en un teléfono que no siempre cogen. Con todos estos requisitos, después de haber aterrizado el martes, conseguí que me dieran el resultado de la prueba y devolvieran el pasaporte el sábado, eso sí, esperando dos horas y eso que íbamos con hora dada. Por suerte todo fue bien y al final hemos llegado a la misión. Otra sorpresa, y muy grata, es que están reparando la carretera principal del país para subir al norte, ya han abierto un buen tramo, pero sigue habiendo kilómetros de caminos de tierra, de desvío. Y sí, tuvimos mala suerte, aunque algo común, es época de lluvias y unos camiones se quedaron hundidos en medio del camino. Después de una hora de esperar en medio de la nada, nos propusieron a algunos coches tomar un camino alternativo. Así lo hicimos y pudimos por fin llegar al destino. Agradeciendo al padre Edgar que cubra la ausencia por vacaciones como cada año, he llegado a la tan querida misión de Fo-Bouré. Aquí sin coronavirus ninguno, en general hay muy poco en el país, pero con las pandemias de siempre, como la malaria y otras. Vuelta a la vida diaria y a la pasión por lo que hacemos.