miércoles, 28 de mayo de 2014

Agujeros demasiado pequeños

Esta semana he comprobado como ciertos agujeros que se hacen en el suelo resultan demasiado pequeños para lo que sería lógico. En este caso hechos por los gando, alargados y con otro al fondo más profundo y estrecho. ¿Por qué tan pequeños?¿Es que están cansados de cavar los campos? Pues la realidad es que había que meter el cuerpo sin vida de una niña de doce años, y el siguiente, más pequeño aun, para una niña de dos años. Cuando rezo junto a la comunidad delante de estas tumbas de tierra que se encuentran junto a las casas, siempre me viene la misma pregunta. ¿Qué podemos hacer ante tanta muerte injusta? Y digo injusta porque la mayoría de estos críos mueren por falta de medios, por desconocimiento y por tantas otras carencias. Porque la muerte la acepto con la Esperanza en la Resurrección, pero lo que me cuesta más aceptar es un mundo tan desigual y con tanta gente careciendo de lo más básico. En el momento que intento enviar este blog, me llaman diciendo que un bebé que bauticé esta Navidad ha muerto. Los niños como siempre los más desfavorecidos. Aun así juegan, ríen, trabajan y corren por estos pueblos llenándolos con un sonido que es música para los oídos.

lunes, 19 de mayo de 2014

Aunque no apetezca

En esta vida toca hacer muchas cosas que no apetecen. La cuestión es saber con qué talante las hacemos y el trasfondo de por qué las hacemos. El sábado pasado asistí a la ordenación del primer obispo bariba, esto no debería resultar extraño, sino fuera porque esta semana me tocó viajar al sur y la ordenación era a más de ciento cincuenta kilómetros de casa. Por lo que en un principio había decido no asistir. Pero lo que nosotros decidimos no es siempre lo que al final acabamos realizando. El presidente de los catequistas de la parroquia me dijo que tenían mucho intereses en asistir cuatro de los catequistas y que si por favor les podía llevar. ¿Cómo decirle que no? Pues es lo que le dije, que lo sentía mucho pero que no iría a la celebración. A la vuelta de Cotonou y habiéndolo rezado un poco, no me quedaba más solución que llevar a esta gente entregada y buena a la ordenación episcopal. Aproveché para llevar a seis aspirantes de la parroquia, que de paso descubrieron un poco más su propio país. El caso es que cuando se quiere, cuando se ama, es fácil hacer un esfuerzo, por muy cansado que esté uno. Y mi vocación es la de servir a estas comunidades por Amor.