viernes, 31 de marzo de 2017

Florentine

Con 15 años recién cumplidos, bautizada el año pasado y tenía que confirmarse esta Pascua, encontró la muerte por culpa de las supersticiones, las ignorancias y sobre todo, porque de todo ello siempre hay alguien que se aprovecha y saca tajada. En un pueblo de la alcaldía vecina, un joven (que era maestro de escuela sin titulación) decidió que tenía poderes para curar y poder expulsar malos espíritus. También para liberar de la brujería a cualquier persona que lo fuera. Su técnica comienza por golpear, en algún caso hasta la muerte del individuo, a la persona aquejada por algún mal, luego les da brebajes que se inventa, como por ejemplo sangre de una cabra mezclada con sangre de una gallina (esto lo hizo el otro día en nuestro pueblo). Les golpea con una vara especial que ha hecho. Esta gente, que tiene miedo, y ha nacido en creencias de este tipo, se agarra a un clavo ardiendo cuando se trata, no de una enfermedad real, sino de algún problema que tienen en la vida. Hay que echar la culpa a alguien, y es en ese momento cuando empiezan las acusaciones de brujería, las envidias y los celos llevan a muchas de esas acusaciones. El rumor de los poderes sobrenaturales del susodicho se va extendiendo, y acaba apareciendo gente de lugares lejanos a verle y a tratarse. El chico se está haciendo de oro. Como muchos de los males que aquejan a la gente que asiste son psicológicos y en realidad no hay enfermedades sino miedos, ellos vuelven a casa creyéndose curados. Si de verdad hay alguna enfermedad, rápido descubren que no ha habido ninguna sanación milagrosa, entonces vienen a nosotros para que les ayudemos. La madre de Florentine acusa a su cuñada de brujería y no se le ocurre otra cosa que coger a sus hijas y llevarlas al tipo este. Florentine fue sana hasta allí, al tiempo tuvo que volver urgente al pueblo pues se encontraba muy mal, allí relato que este hombre le había pegado y dado unas cosas a beber. Rápidamente la intentaron llevar al hospital, pero no llegó y fue en el camino donde la encontré. Sigo rebelándome profundamente contra todas estas injusticias y sobre todo porque veo que de los más débiles siempre hay alguien que abusa y se aprovecha, que difícil es sacar ciertas ideas de la cabeza cuando se han mamado desde la infancia.

sábado, 11 de marzo de 2017

¿Aceptar lo inevitable?

Está resultando duro el comienzo de la cuaresma. El jueves después de la ceniza tuve que enterrar a Frederic, un crío que ocho meses muerto por una anemia, la cual estaba producida por una malaria sin curar. El primer domingo de cuaresma enterré a Juliene, mujer de avanzada edad, la cual llevaba un tiempo enferma, pero por supuesto sin ir al médico, aquí cuando uno es mayor acepta que la vida se apaga. El miércoles recibo la mala noticia de España que mi tía Mari Carmen había fallecido por tres ictus consecutivos, con los mejores medios y haciendo todo lo que se pudo por ella. Ese mismo día al volver de Bembereke, de mis clases de baribá, me encuentro en el camino una chica de catorce años que se acababa de morir en una moto cuando la llevaban hacia el hospital. Al pararme me doy cuenta que es una chica de la comunidad de Siki, que este año tenía que hacer la confirmación. Me toca cargarla en el coche, pues no les hace gracia tocar una chica tan joven muerta. La llevé a su pueblo y allí nos enteramos que por en medio había cuestiones de acusaciones de brujería. Pero de eso escribiré en otro blog. De remate ayer recibo la noticia de que mi tío Carlos había muerto de repente yendo al baño. Cuaresma es un camino de conversión, de reflexionar sobre nuestras vidas y de cambiar aquello que no hacemos bien, que no pensamos bien, que no vivimos bien. Una de las certezas de la vida es que somos limitados y que algún día nos llegará la muerte. En ocasiones me rebelo, cuando la gente se muere por falta de medios o por ignorancia. Pero no hago lo mismo cuando seres muy queridos mueren sabiendo que se ha hecho lo que se ha podido, o porque la muerte ha sido repentina. Hay que ser humildes para aceptar la muerte con dignidad, sin culpar a nadie. Es parte de nuestra existencia. Hay que ser humildes y aceptar lo inevitable, somos limitados. Se tenga fe o no, la certeza de que nuestra vida es finita la tenemos. Si se tiene fe, siempre se vive con la Esperanza de terminar la cuaresma de la vida para poder comenzar la Pascua de la Resurrección.