viernes, 30 de noviembre de 2012

La silla queda vacia


Hoy en la fiesta del apóstol S. Andrés hemos celebrado la ordenación diaconal de Edgard. Un chico encantador que ha estudiado en Alcalá de Henares la teología. El caso es que en este momento tenemos en la diócesis, un sacerdote diocesano y un diácono que son de aquí. El servicio, en medio de su gente, lo realizan de maravilla, pues son de la misma cultura y costumbres que sus feligreses. En el caso de Edgard puedo decir que es un chaval alegre y entregado, con ganas de servir a los más pequeños y que contagia vitalidad. El  problema es que siguen escaseando las vocaciones en nuestra diócesis y la silla que ocupaba como candidato ahora queda vacía. Esperemos que rápidamente se vuelva a llenar con algún nuevo enamorado en servir a los más pobres. En este momento Edgard es el delegado de infancia y yo he entrado en el equipo diocesano para trabajar junto a él y echarle una mano. Esto es  algo que siempre ilusiona, sobre todo porque aquí uno está continuamente rodeado de críos. Estos críos sonríen y son más que agradecidos, no porque les regales nada, les basta con que les dediques un poco de tu tiempo.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Juventud, divino tesoro

A la izquierda Florentine, en casa de las monjas

Por desgracia, en nuestro mundo, estamos demasiado habituados a escuchar cosas negativas de los jóvenes, o desgracias como la que hace poco ocurrió en Madrid. La juventud es una etapa de la vida donde todo se vive con una intensidad muy especial, como si el mundo se fuera a acabar el día siguiente y hubiese que hacer todo y probar todo inmediatamente. Nadie puede negar que es cuando más fuerza y aguante tiene el cuerpo y cuando más apasionadamente se vive cualquier acontecimiento, por nimio que sea.
 Hoy quiero contaros la historia de una joven llamada Florentine, catecúmena de nuestra comunidad de Siki. Su abuela que es de la religión tradicional la perseguía y presionaba para hacerla fetichesa, incluso le empezó a dar bebidas para que la poseyeran los espíritus. Ella, no queriendo abandonar su fe y con miedo de perder el respeto a su abuela, pidió ayuda a la comunidad. El asunto es que las cosas hay que hacerlas con tiento. Pero un domingo cuando fue al ensayo de cantos con los otros jóvenes de la comunidad, al terminar les dijo que tenía miedo de volver a casa y les contó lo que estaba ocurriendo. Sin pensarlo dos veces, los jóvenes se quedaron con ella en la Iglesia y pasaron toda la noche rezando y acompañándola para protegerla. Un catequista les acompañó hasta las cinco de la madrugada, según nos dijo, las fuerzas ya no le acompañaban y tuvo que claudicar e irse a dormir. Los jóvenes aguantaron hasta el amanecer. Entonces el presidente de los catequistas trasladó a la chica a la casa de las monjas, que es donde se encuentra ahora. Se quedará todo el año en el internado de las monjas y está estudiando en la escuela de secundaria de Fo-Bouré. Su padre vino y nos dio las gracias por el apoyo, pues él no sabía como enfrentarse a las ancianas de la casa y no quería que su hija acabase en el mundo de los fetiches.

Toda una noche rezando juntos, por proteger a una de sus compañeras en la comunidad. Cuando pierdo la paciencia porque no responden como me gustaría, me acuerdo de este hecho y Dios me hace ser paciente.