Ayer lunes tuvimos la fiesta en Kosia, al
finalizar la celebración, como es normal, los jóvenes bailaban y cantaban,
tocaban los tambores, y disfrutaban con sus tradiciones. Al lado de ellos había
otro grupo que escuchaba música por los altavoces y también bailaba. Lo cierto
es que todos se lo estaban pasando en grande, la alegría del día de fiesta se
notaba en el ambiente. A lo mejor porque ese día no tuvieron que ir al campo a
trabajar. Muchas veces centramos nuestros debates en si hay que seguir las
tradiciones o dejar paso a la modernidad. Bien cierto es que dejar morir las
tradiciones da pena, pero no dejar paso a nuevas tendencias también es un
empobrecimiento. El caso es que ayer pude comprobar que lo importante es
disfrutar con lo que se hace, saber conjugarlo y convivir en armonía. No veo
que tengamos que buscar conflictos donde no los hay, eso sólo ocurre cuando se
quiere imponer un gusto u opinión a los demás. Cuando existe la posibilidad de
conjugar las cosas, el enriquecimiento para todos es incuestionable. A todo
esto hay que añadir que las ancianas, mientras comían sentadicas en sus bancos,
miraban con aire de satisfacción la escena en su conjunto. “¡Ay si nos hubieran
dejado hacer a nosotras esto en nuestros tiempos!”