Gilbert desenvainando soja |
Últimamente, y por
desgracia, estamos sufriendo una ola de robos. El mismo día de Noche Buena nos
forzaron todas las puertas de la misión, por suerte no consiguieron robar nada.
Pero aunque eso parezca grave, lo que realmente es preocupante es lo que le está
ocurriendo a los campesinos con los que vivimos. Siempre ha habido pequeños
robos y la gente sufría por eso. Pero en la actualidad nos dicen que la
cuestión empieza a ser de calado. El número de robos está aumentando y a unas
cuantas personas les han quitado todos los sacos de cereales que tenían en el
campo. Sacos que habían cosechado gracias al esfuerzo de toda la familia
durante la sesión de lluvias. Sacos con los que tenían que sobrevivir a lo
largo de todo el año, hasta que la nueva sesión de lluvias, que comienza en el
mes de junio, les vuelva a dar la posibilidad de sembrar y poder cosechar a
partir del mes de septiembre. También les roban los cuatro carneros que tienen,
las gallinas, etc. La gente está cansada, ya no saben qué hacer. Se están
planteando dejar los pueblos e ir a vivir al campo continuamente, pues les
roban hasta los ñames (tubérculos) que tienen ya enterrados para la siguiente
cosecha. A perro flaco todo son pulgas, dice sabiamente un refrán español.
Esperemos que aparte de todos los abusos que sufren por parte de las
autoridades, desaparezcan también todos estos amigos de lo ajeno. Por suerte,
aunque les quitasen la vida, nos les podrán quitar la fe.