sábado, 31 de diciembre de 2016

Cuento de Navidad

Recuerdo perfectamente que por estas fechas siempre veíamos alguna versión de este cuento. Un viejo rico, avaro. Se había vuelto huraño y desconfiado a causa  de su riqueza y avaricia. A través de tres sueños acaba convirtiéndose y cambiando su corazón. Por desgracia hay demasiada gente en el mundo así, y no tienen ninguna visita nocturna que les haga cambiar. Pero el otro día bautizamos a un niño, se llama Fernando, no tiene más que quince meses, un niño rechazado por su familia, lo que aquí llaman un niño brujo. ¿Por qué no está muerto? Pues porque conocían a Madeleine, una de nuestras catequistas gando de Siki. Ella tiene un niño de la misma edad. La llamaron y ella se lo quedó, se puso a amamantar a este niño junto al suyo, al final no tenía suficiente leche para los dos y ha acabado en el centro de renutrición infantil con los dos niños. Os puedo asegurar que la situación económica de Madeleine y su marido es de miseria, se les ha caído la casa con las lluvias y no tienen dinero para reconstruirla. Pero cuando se le planteó la cuestión de acoger a ese niño, lo tuvo claro, “es un hijo de Dios y no lo podemos abandonar”. No tiene miedo como el resto, se sabe protegida por el Niño que nos ha nacido, vive una Navidad constante y la vive en la miseria, como lo hizo el Hijo de María. Tuvimos hasta que darle algún trajecito digno para poder bautizar a la criatura, pues no tenía ni para eso. Que gozada vivir la Navidad junto a gente como Madeleine. Feliz Navidad a todos.