Cuando a finales de noviembre me volví de España, las calles
ya estaban iluminadas, las tiendas llenas de luces y cosas que comprar. En la
televisión había anuncios que mencionaban la Navidad pero cuyo destino era únicamente
vender y vender. Ya se intuían días de gastos y comilonas. Al llegar aquí todo
seguía igual, ni adornos, ni luces, pero con la ilusión de prepararse bien para
la Navidad. Ya había empezado el adviento y se nota en el ambiente de la gente
de las comunidades, confesiones, oraciones por los enfermos, reuniones con los
padres que quieren bautizar a sus hijos. Y también hay que decirlo, algún paño
con motivo navideño para hacerse alguna ropa nueva para la fiesta. Eso si los
que dispongan de unos diez euros para poderse hacer el traje completo. Los
motivos navideños no son otros que el Niño Jesús o la familia de Nazareth, no
comprenderían ninguna otra decoración de las que usamos por España. El día 24
todos los jóvenes estarán limpiando la Iglesia, instalando el Belén y poniendo
alguna decoración por la Iglesia. Esa noche bautizaremos a los niños menores de
cuatro años. Todo un acontecimiento que pasa desapercibido para la mayoría de
la población que no es cristiana. Os aseguro que los de la comunidad se
encargarán de transmitir el sentido profundo de la Navidad con alegría, cantos, cosas compartidas. Los críos y
los jóvenes llevan días preparando teatros, cantos y bailes para festejar la
tarde del 25. Una buena preparación nos lleva a vivir una buena fiesta.