Hay una costumbre aquí, por parte de los que
practican las religiones tradicionales, que es ciertamente deplorable. Consiste
en el rapto de chicas para hacerlas entrar en su religión y hacerlas portadoras
de un fetiche. Da igual si la chica quiere o no, es obligada y amenazada para
entrar, normalmente por algún familiar cercano. El resto, fruto de la
ignorancia, no hace nada por el miedo atroz que tienen a todas esas cosas. Esta
vez se equivocaron de cabo a rabo, pues raptaron a una chica bautizada y confirmada,
ya era de nuestra familia, y nosotros no tenemos miedo a los espíritus. Así que
fuimos a pedir que nos la devolvieran, pero su negativa fue fuerte, les
advertimos que probablemente iban contra ley, pero tampoco cedieron. El
delegado del pueblo era tío de la chica, pero tenía miedo de su hermana que era
una de las jefas de las fetichesas. Por nuestra parte nos organizamos para
hacer presión con la oración y los cantos, ¿dónde? Pues entorno a la choza
donde las encierran para hacer que las posean los fetiches. Nos insultaron,
provocaron y amenazaron incluso con un fusil, pero los jóvenes de la parroquia
no entraron en ese juego y siguieron cantado y rezando. ¿En qué consiste el
rito de iniciación? Las tienen encerradas durante unos cuantos días en una choza
sin ventilación, con unas velas como única iluminación y con brebajes
alucinógenos para beber. Si aun así la chica no entra en trance, entonces la
hacen cortes en la piel y por ahí también la meten drogas para que tiemble
fuertemente y puedan decir que el fetiche la ha poseído. Durante ese tiempo los
adeptos cantan, tocan las calabazas y no las dejan descansar. Entre el miedo
que tienen, el cansancio y las drogas, difícil resistirse a caer en trance y
dejarse poseer por el fetiche que diga la jefa. Luego viene la presentación en
sociedad con los diferentes ritos que ello conlleva, y esa persona acaba siendo
esclava de la religión durante toda su vida, excepto que acabe siendo jefa y
entonces le toca vivir de lujo. Tras varias reuniones con ellos donde nos
mentían, y hablar con la autoridad que nos dijo que era ilegal lo que habían
hecho, y que les iban a convocar a la gendarmería, sólo entonces prometieron
devolvernos a la chica. Así ha sido una semana después. Puedo asegurar que ver
a Cecile con todo el cuerpo lleno de cortes, drogada totalmente, y temblando
delante de nosotros, ha sido una experiencia muy dura. Como ver el mismo rostro de Jesús
sufriendo. Por suerte estamos en Pascua y Cecile comienza a recuperarse, aunque
todavía no está totalmente desintoxicada de todo lo que le han dado.