jueves, 4 de diciembre de 2014

Dar la vida ¿merece la pena?

A lo largo y ancho de la historia y el mundo ha habido gente que ha dado su vida por diferentes motivos. No me quiero olvidar de todos esos que la han dado por algún motivo altruista. El caso es que el otro día murieron en el hospital de Tanguieta cinco personas, un niño que apareció con una enfermedad y que contagió al pediatra, su ayudante y dos enfermeras. Los cinco descansan en paz. La enfermedad es la fiebre de Lassa, que por lo visto es endémica de África Occidental, prima hermana del tan conocido ébola. Los síntomas parecidos y las muertes que causa anualmente en esta zona de África son de cinco mil personas al año. Lo “bueno” que tiene es que si se detecta a tiempo tiene un medicamento que la cura. El problema es que no es fácil su detección, sobre todo por estos lares, cuando los síntomas iniciales son parecidos a la malaria. El otro problema como siempre es el coste del medicamento, no es caro para Europa, pero sí para la gente de esta tierra. Dicen que esta enfermedad causa la muerte, en su mayoría, a gente que se dedica a la sanidad. Gente que dedica su vida a intentar salvar la de muchos otros y que asumen que esto les puede costar la suya. Tengo claro que merece la pena dar la vida por aquellos que no tienen quien les defienda ni les asegure un mínimo de condiciones dignas para sobrevivir. Eso es dejar de pensar, por una vez, en uno mismo todo el rato y pensar un poco en el bien común. Claro que yo sigo a Jesús, que dio su vida para salvar la de todos.