martes, 28 de enero de 2014

Un amanecer diferente

El pasado jueves me encontraba solo en la misión, por lo que tuve que pasar la misa de Fo-Boure a la mañana para poder ir a otros pueblos por la tarde. Cuando a las siete menos diez me acerco a la puerta de la capilla, me encuentro que los catequistas están hablando con la monja y con los ancianos. “Mompe, ha fallecido una chica”. Me pongo a su disposición  y acordamos hacer el funeral sin el cuerpo en la Iglesia. Me acerco a la casa donde está la difunta y rezamos, bendigo el cuerpo y la tumba y no espero a que la entierren, el marido está viniendo de viaje desde la capital de la región. De vuelta a casa pregunto qué ha pasado. Era una chica joven, profesora de instituto, en el parto de su segundo hijo todo se complicó y no pudieron salvarla. Por desgracia cosa demasiado frecuente por estos lares. Se había muerto esa misma noche y la trajeron en taxi hasta el pueblo, muchas veces llevan a los difuntos en motos cuando tienen que trasladarlos. Cuando pregunto por qué no se ha podido llevar el cuerpo a la Iglesia la respuesta es contundente. La abrieron para operarla y al morirse pues no la cierran, porque eso cuesta dinero y no tiene ningún sentido gastarlo en un muerto. Por lo que todas las tripas y líquidos se le salían y era mejor no mover el cuerpo. Era una chica alegre y llena de vida Serafine, había hecho un gran esfuerzo para llegar a ser profesora de instituto, mujer y rural, una combinación que suele ser una gran barrera en este país para progresar. Estaba casada con un musulmán, pero nunca abandonó su fe. Aunque yo no la conocí personalmente, creo que es un ejemplo de mujer que con fe fue capaz de mover montañas para conseguir sus sueños.