En este país, en cuanto alguien tiene un poco
de dinero de sobra, se hace una nueva casa. De hecho es escandaloso ver algunos
edificios construidos por la “gente grande” con todo el dinero que han “robado”
y conseguido de la corrupción. Nuestro amigo Evariste fue acusado,
injustamente, de un desfalco en las cuentas de la fundación Juan Pablo II de la
familia de Cotonou. Después de años trabajando para la Iglesia y siendo junto a
su mujer Charlote pilares fundamentales en la formación sobre la familia. Él
nunca estuvo al frente de las cuentas, pero como faltó dinero, se acusó al más
débil. Sin juicio y sin pruebas estuvo en la cárcel, una experiencia que siendo
dura en cualquier sitio, os puedo asegurar que aquí lo es de manera especial.
El caso es que después de unos años allí, salió sin ser juzgado, pues en
realidad no había ninguna prueba contra él. Él siempre dijo, si he robado, ¿dónde
está mi casa nueva? Pues la realidad es que seguía viviendo austeramente y así
ha seguido su familia. Él no ha guardado rencor a la Iglesia, pues sabe que fue
cosa de algún mal intencionado. Es hombre alegre, que transmite una fe
inquebrantable y que sigue entregado a ayudar en todo lo que puede. Ciertamente
es admirable y un placer conocer gente que a pesar de las duras pruebas que la
vida les hace pasar, nunca pierden la sonrisa en su rostro.