Este fin de semana acabamos de celebrar la peregrinación
anual de la diócesis en el santuario de Nuestra Señora de la Paz. Siempre es
necesaria la paz, la de las naciones, la de las familias y la interior de cada
uno. Pero ciertamente, en los últimos tiempos y esta semana claramente, es algo
que nos toca a todos el corazón. Ver como por distintos intereses, la mayoría
de las veces económicos, somos capaces de comenzar conflictos bélicos, es algo
espeluznante. La mayoría de la gente de esta zona no tiene ni idea de donde se
encuentra Ucrania, igual que mucho europeo no sabe donde está Benín. Todos
quedamos muy lejos los unos de los otros. Pero esta gente sí sabe lo que es
vivir la violencia, que te arrebaten lo poco que tienes por la fuerza, e
incluso vivir con miedo a causa de atentados terroristas en nombre del
yihadismo, recientemente hemos sufrido varios atentados en suelo beninés. Por
lo que no les cuesta nada sentirse solidarios y conmovidos por todos los
conflictos que aparecen en distintas partes del mundo, y rezan con profunda
confianza en el Señor, para que vuelva a instaurarse la paz. Quizá este
problema global lo estamos creando entre todos, lo digo en el sentido de que si
fuéramos más generosos y mirásemos menos nuestros propios intereses, a lo mejor
habría más concordia en nuestro planeta. Vivamos sin violencias.