El otro día nos
enteramos que Veronique, una chica de quince años de uno de nuestros pueblos,
había dejado el instituto. Estaba cursando el penúltimo curso de lo que
corresponde a la E.S.O. Es una chica con buenas notas y que nunca había repetido.
Además observamos que había dejado de ayudar en la Iglesia como monaguillo y
que en Navidad no había venido a todas las reuniones como el año pasado. Así que
le pregunté qué pasaba. Al final se acercó con su padre a la misión y nos contó
que se había echado novio, que es un chico de la comunidad que no estudiaba,
era agricultor. Parece ser que este chico le había pedido que dejara la escuela
y que fuera a trabajar con él al campo. A cambio el chico le da cada día
doscientos francos al día, lo cual corresponde a unos treinta céntimos de euro.
Para ella eso es un signo de que él la quiere de verdad. Nosotros le dijimos
que se estaba equivocando, que debía seguir sus estudios para ser el día de
mañana independiente y no verse sometida a su marido toda la vida. Pues al
final eso es lo que les ocurre a muchas mujeres de aquí. Acaban siendo las
esclavas para todo de sus maridos y teniendo que sacar a los niños ellas solas
adelante. ¿Cómo acabará la cosa? Pues no lo tenemos claro, por el momento ella
sigue sin ir al instituto, dice que este año lo ha perdido y que volverá el año
que viene. Eso si no se queda embarazada antes. Como consuelo nos queda que al
ser el chico de la comunidad, en principio no cogerá más mujeres.