lunes, 10 de noviembre de 2014

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz


 La semana pasada volvimos a vivir momentos dramáticos. En uno de nuestros pueblos volvió una de las familias que había sido acusada de brujería, con ánimo de revancha. Se pertrecharon con armas y dispararon a un grupo de personas. La consecuencia, un muerto y un herido. Los asesinos volvieron a salir huyendo. Pero el viernes por la mañana la gente, sobre todo los jóvenes, clamaba venganza. La rabia acumulada desembocó en violencia incontrolada, quema y destrucción de casas, coches, motos y cualquier recuerdo de esa familia. Búsqueda de gente de esa familia para ser ajusticiados. La violencia sólo engendra violencia, y últimamente los ánimos están demasiado caldeados. Así que esa misma tarde fuimos los dos misioneros con los mayores y responsables de nuestra comunidad a saludar a la familia del difunto, al responsable de los jóvenes, al rey del pueblo y a los tres imanes. A todos les presentamos nuestro dolor por lo sucedido y nuestra preocupación por el clima de violencia que se respiraba. Con ellos rezamos la oración de S. Francisco, pues tenemos el firme convencimiento, que sólo con la paz, el diálogo y el perdón se puede encontrar solución a los problemas y conflictos.