Es época de recogida del fruto de karité. De
este fruto se extrae, después de un laborioso proceso, el aceite de karité, o
como dicen los franceses la mantequilla de karité. Vemos como las mujeres y las
niñas van al bosque a recoger estos frutos caídos de los árboles, allí deben
tener cuidado de que no les piquen las serpientes, cosa no poco habitual cuando
están por allí. Después secar al sol, golpear con palos, moler, calentar el
karité machacado, moler con piedras y por fin decantar para sacar la mantequilla
blanca de karité. Aquí se usa principalmente como aceite para cocinar, para
hacer jabón, e incluso para algún problema de piel. ¿El coste económico? Pues
no mucho pues no valoran sus horas de trabajo. Pero el valor que le dan es
altísimo pues es esencial para las cosas básicas de la vida. Sin embargo en el
mundo “desarrollado” el valor económico es muy alto, se encuentra en los
cosméticos más lujosos y caros, cierto es que tiene muy buenas propiedades.
Pero no creo que lo más básico en la vida sea la belleza externa, cuando hay
cosas mucho más esenciales de las que carece muchísima gente. Más vale la
belleza interior que la exterior, eso sí que es oro blanco.