En este día de Noche
Buena, donde Dios hecho niño se nos ofrece con toda su ternura, no puedo dejar
de contar algo que me toca en lo más profundo desde hace tiempo. Es cierto que
en ocasiones, cuando uno ve la dureza de la vida, uno se pregunta ¿dónde está
Dios? Pero la respuesta la encuentro rápidamente. Cada vez que voy a uno de
nuestros pueblos, o salgo a pasear por las calles del que habito. La gente que
me saluda y sonríe, los niños llenos de tierra y suciedad que te cogen, te
abrazan, te llaman por tu nombre. En esos momentos siento como Dios me está
llamando por mi nombre con todo su cariño. Pero lo que me muestra la
desbordante ternura de Dios es cuando en cada pueblo se acerca a nosotros la
gente discapacitada, sobre todos los que tienen alguna discapacidad psíquica.
Su sonrisa, su limpieza de corazón, esos abrazos que hacen a uno conmoverse,
aunque también te hagan echar la ropa a lo sucio por como acaba, esos son
momentos que no cambiaría por nada. Es pura ternura y afecto la que me dan
todas esas personas, no hablan, no me entienden, pero siento como me quieren,
me siento verdaderamente conmovido por ese misterio que a uno le descoloca, no
es otro que el del Amor sincero. Gracias Dios por ser tierno conmigo, por
haberte mostrado pobre en el pesebre y seguir mostrando tu ternura en los más
pobres y desfavorecidos. Os deseo feliz Navidad y que cada uno seamos Ternura y
Amor para los que nos rodean.