Hace
un par de semanas fuimos a visitar a Bio, un crío de un año con hidrocefalia.
El caso es que su madre, tercera esposa, había muerto hacía un mes. El padre no
quiere al niño y nos lo quería dar. Fuimos con una madre que tiene un crío algo
mayor y que también tiene hidrocefalia, y otra madre que tiene un crío con
parálisis cerebral, acompañados de dos mayores de la comunidad y de las monjas.
Todos le expusimos que debía querer al niño y quedárselo. El momento crucial
fue cuando Chimen, el otro crío dijo, aquí está mi hermano pequeño, rápidamente
lo identificó como de su familia. Fue un momento muy intenso, donde recorría
por lo más profundo de nosotros una emoción especial. Chimen se hacía uno con
Bio. La madre de Chimen pasó a contar que su hombre la había dejado por no
deshacerse del crío, y que ahora que le veía hablar y caminar volvía a querer
acercarse a ella. La cuestión ha acabado con el padre diciendo que no quiere al
niño y que nos lo quiere dar, hemos puesto el asunto en manos de las
autoridades para que todo se haga conforme a la ley y sobre todo para que no
deje morir al niño. Esto que nos parece tan horrible es algo que se está
haciendo palpable en todo el mundo. En cuanto los niños no son perfectos no nos
importa deshacernos de ellos, da igual si están en el vientre de la madre, como
si están fuera. Por suerte Bio tiene la oportunidad de encontrar alguien que le
querrá y podrá seguir viviendo, aunque no sea con su familia. Pero siempre se
preguntará ¿por qué no le quiso su padre?