viernes, 6 de enero de 2012

Queridos Reyes Magos

Una vez más habéis pasado por esta parroquia de manera distinta a la que lo hacéis allí por España. No habéis participado de ninguna cabalgata, no habéis tirado caramelos y no os hemos escrito cartas. Pero sin lugar a dudas vuestra magia se ha hecho sentir. Hoy es día de colegio para los niños de aquí pues no es festividad. ¡Que regalo más inmenso el colegio! No todos los niños han tenido ese regalo hoy, pues a muchos les toca picar piedra, cuidar a los animales, recoger leña, hacer la comida. ¿Comida? Otro gran regalo para hoy que nos habéis traído y que esperamos no falte en exceso como suele ocurrir. Aquí no necesitamos muñecas, pues desde muy pronto cuidamos de nuestros hermanos pequeños, por eso este año sabemos que habéis venido cargados de salud para ellos, pues nuestro problema no es que se rompan las muñecas, sino que la muerte de los niños de menos cinco años es demasiado frecuente y a nosotros nos gusta cuidarlos. A pocos kilómetros de aquí, junto a la frontera con Nigeria, en ese país vecino, están matando a los católicos unos intransigentes. Durante la celebración del nacimiento del niño Dios mataron a cuarenta. Nos encantaría que dejaseis para este año un gran puñado de paz de la buena, de esa que trae Dios a raudales. Sabemos, desde hace años, que una de las cosas más mágicas que hacéis es mover los corazones de la buena gente y conseguir que nos echen una mano para poder salir de esta miseria. Por eso nos encanta ver que allí donde viven mejor pasáis haciendo mucho ruido para que no nos olviden. Por todo ello un año más os damos las gracias. Fuisteis los primeros en reconocer en ese Niño indefenso a un hombre que iba a padecer (mirra), a un rey (oro) y a Dios (incienso), eso os hace especiales y nos enseña a reconocer en los más indefensos a Dios.