domingo, 22 de enero de 2012

El tiempo pasa volando, o quizá no

Mi buen apetito sigue sin cambiar con el paso del tiempo
El pasado día once de enero hizo un año que llegué a Cotonou. Lo cierto es que me parece que todo ha pasado demasiado rápido y que fue hace poco cuando aterricé por estas tierras. Sin embargo al echar una mirada atrás me doy cuenta de la cantidad de cosas vividas, de momentos intensos, de nuevas gentes conocidas y de historias compartidas. Creo que en realidad es cuestión de la edad esto de mirar como pasa el tiempo. Cuando uno es niño o joven cree que el tiempo pasa demasiado lento. La razón es que se desean vivir todas las novedades y nuevas experiencias posibles cuanto antes mejor. Luego, al pasar de los años, uno va dándose cuenta que lo que quiere es vivir cada nueva experiencia, cada nueva relación, de manera profunda y duradera, gustando lo más maravilloso de cada encuentro, de cada cosa que nos rodea. Sin embargo es cuando percibimos como el tiempo pasa irremisiblemente rápido y que ya se ha vivido mucho y desperdiciado bastante. Por más que nos lo dijeran de jovencitos, sólo la propia experiencia te hace caer en ello. Aquí el tiempo se vive de otra manera, no hay prisa cuando te vienen a ver y en raras ocasiones ves a la gente correr, lo importante es hacer las cosas, no hacerlas rápidamente. Supongo que estos lugareños saben disfrutar más de lo que hacen que nosotros. En la vejez quizá nos demos cuenta de que las prisas sirven para poco. Creo que porque Dios es ya muy viejo es por lo que es atemporal y disfruta de cada segundo como si fuera una eternidad.