Un gran problema entre muchos hombres y
jóvenes de nuestra zona es la ingesta excesiva de alcohol. De hecho el
alcoholismo es una realidad, por desgracia, demasiado frecuente. Podemos dar
mil explicaciones al por qué de este fenómeno, falta de motivaciones, ningún
entretenimiento, cuestión un poco cultural. En el caso de los jóvenes, pues los
mismos motivos que en España, por hacerse el mayor al principio, pasarlo bien,
desinhibirse; a lo que hay que añadir, que muchos no tienen grandes expectativas
de futuro cuando salen de la universidad. El mayor problema es que no está mal
visto socialmente, e incluso les hace gracia ver a los borrachillos de turno.
Les dan dinero para beber, pero no se lo darían para comer.
En
medio de este clima, debo decir, que gracias a Dios, hay gente que quiere salir
de este problema, que se hacen conscientes de lo grave que es, y que han puesto
los medios para dejar de beber. Hay dos catequistas que llevan más de un año
sin probar una gota, y hace poco otro más también ha dejado la bebida; estos
son ayudados por un catequista de otra parroquia que sufrió la misma adicción y
que ya lleva muchos años sin probarlo.
Dos
jóvenes de la parroquia, que se encontraban realmente hundidos y en una
situación límite, por fin pidieron ayuda. Les hemos comprado un tratamiento a
base de infusiones y otros productos naturales que venden en un centro de
rehabilitación en Cotonou, y les hemos enviado a otra misión, donde los
compañeros, muy amablemente, los han acogido y les están siguiendo de manera
estricta para que no beban. Por supuesto, durante el tiempo que están allí, van
charlando con ellos y trabajando de dónde viene el problema. Es una gran
alegría para toda la parroquia.