El pasado sábado 20 de mayo volvimos a reunir
a los niños de la parroquia, este año lo hicimos en Wari. Los de ese pueblo
estaban preocupados pues les dijimos que irían alrededor de cuatrocientos
chavales, y no nos equivocamos, estuvieron tres ciento noventa chavales.
Más los que había del pueblo que no pagaron la inscripción. Este año
participaron chavales de algunos pueblos que llevaban tiempo sin venir, y
también vinieron por primera vez chicos de Gamagui, un pequeño pueblo gando.
Hubo un grupo que vino a pie, pues no tenían medio de transporte, unos diez
kilómetros de caminata, los recogimos para la vuelta y los llevamos en nuestros
coches, estaban bastante cansados después de toda la actividad del día. Durante
el día reflexionamos sobre la importancia de ser valientes a la hora de
transmitir el evangelio, que aunque fueran niños y pobres, tenían lo mejor que
se puede ofrecer, a Jesús. Que en su medio no les sería fácil, pero que con
alegría y amor todo se puede hacer. La verdad es que ver sus caras llenas
de entusiasmo es una gozada. Poder unirse, es algo que les recarga las pilas. Los de Wari
se pegaron un palizón, pero no faltó de nada y los críos pudieron comer bien.
Hubo un camión que no vino a recoger a los chavales de tres pueblos y al final
tuvimos que buscar otro. Cuando quisieron llegar a casa eran las once de la
noche. Pero por suerte todo el mundo llegó bien y sin incidentes, aunque un
poco cansados. Reconozco que estos críos agotan, pero dan vida.
martes, 30 de mayo de 2017
sábado, 13 de mayo de 2017
Juan Pablo
Alrededor de seis años
y medio he compartido mi vida y la misión con Juan Pablo. El ha estado en
Fo-Boure más de veinte años. Este misionero ha entregado media vida y casi por
completo su ministerio, hasta ahora, en este rincón del mundo. Hombre
entregado, trabajador como el que más, con las ideas claras de cómo poder
ayudar al desarrollo del entorno, preocupado por anunciar la Buena Nueva y que
esta llegase a todo el mundo. Por eso ha hecho el esfuerzo de hablar
correctamente las lenguas del lugar, ha procurado traducir un buen número de
textos sagrados y litúrgicos, tanto al baribá como al peul. Ha amado
intensamente a esta gente y así lo han sentido todos los que forman la
parroquia, que no han dudado en agradecerle, con mucho cariño, toda la
dedicación que él les ha mostrado. Desde aquí le agradezco la paciencia que ha
tenido conmigo. Como hermano mayor en la misión, me ha enseñado y guiado en
muchísimas cosas, y yo como hermano pequeño no siempre he respondido como
debía. Ya se sabe que los hermanos pequeños son rebeldes en ocasiones. Pero al
final las cosas no caen en saco roto y espero poder seguir la labor que tanto
él, como los que le han antecedido, han hecho por el bien de esta parroquia.
Seguro que en la nueva misión que le encomiende el obispo en tierras riojanas,
sabrá seguir dando lo mejor de si mismo y todo esto con toda la sabiduría que ha
aprehendido durante este tiempo en la misión. Que Dios le guarde y le ayude
siempre.
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