Ayer por la tarde,
cuando acababa de hacer el rezo de vísperas, recibí una llamada telefónica de
Jean, el presidente de los jóvenes que es de Siki. Me dice que está siguiendo
un elefante, y como es lógico yo le pregunto dónde está, pues pienso que ha ido
a alguno de los dos parques nacionales del país. No, está en su pueblo y el
elefante ha tomado dirección hacia Fo-Boure. Así que cojo la moto, la cámara de
fotos y me dirijo corriendo hacia allí. Efectivamente, un enorme paquidermo,
con un colmillo roto, corre delante de la gente que le sigue con excitación y
emoción. Estos animales están en su país, los ancianos los veían con
frecuencia, pero fue desapareciendo casi toda la fauna, y estas cosas sólo
pasan de vez en cuando. De hecho la última vez que habían visto un elefante
solitario pasar por aquí fue en 1985, hace treinta y un años. Para todos los
habitantes de la zona fue un regalo a la vista, la alegría se notaba en los
gritos que pegaban, aunque al pobre animal más bien le asustaban. Gracias a
Dios no estaba herido, pues eso les convierte en muy peligrosos, y tampoco se
sintió acorralado. Todo acabo a la caída del sol, entonces hubo que dejarle
seguir su senda, en busca de un lugar más tranquilo.