El otro día nos
enteramos que Veronique, una chica de quince años de uno de nuestros pueblos,
había dejado el instituto. Estaba cursando el penúltimo curso de lo que
corresponde a la E.S.O. Es una chica con buenas notas y que nunca había repetido.
Además observamos que había dejado de ayudar en la Iglesia como monaguillo y
que en Navidad no había venido a todas las reuniones como el año pasado. Así que
le pregunté qué pasaba. Al final se acercó con su padre a la misión y nos contó
que se había echado novio, que es un chico de la comunidad que no estudiaba,
era agricultor. Parece ser que este chico le había pedido que dejara la escuela
y que fuera a trabajar con él al campo. A cambio el chico le da cada día
doscientos francos al día, lo cual corresponde a unos treinta céntimos de euro.
Para ella eso es un signo de que él la quiere de verdad. Nosotros le dijimos
que se estaba equivocando, que debía seguir sus estudios para ser el día de
mañana independiente y no verse sometida a su marido toda la vida. Pues al
final eso es lo que les ocurre a muchas mujeres de aquí. Acaban siendo las
esclavas para todo de sus maridos y teniendo que sacar a los niños ellas solas
adelante. ¿Cómo acabará la cosa? Pues no lo tenemos claro, por el momento ella
sigue sin ir al instituto, dice que este año lo ha perdido y que volverá el año
que viene. Eso si no se queda embarazada antes. Como consuelo nos queda que al
ser el chico de la comunidad, en principio no cogerá más mujeres.
viernes, 27 de febrero de 2015
lunes, 9 de febrero de 2015
Encadenados
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Gregoire nos enseña como encuentra a la gente |
El otro día tuvimos la visita de Gregoire, un reparador de neumáticos que hace años cambió su vida por ayudar a todos los enfermos mentales que se iba encontrando. Dice que antes ni los miraba, pero que ante un problema grave que tuvo, con intento de suicidio, se dio cuenta de que hay mucha gente necesitada de ser querida, y que ese es el primer paso para poder sanar cualquier enfermedad mental. A lo largo de estos años se ha encontrado por todo el África Occidental con muchísimos enfermos mentales a los cuales se les trata como endemoniados. Caminan desnudos por las ciudades o pueblos, están encadenados a un tronco durante años o en medio del campo encadenados a un árbol por el cuello, nadie se acerca a ellos por miedo a ser atacados. En definitiva encadenados como fieras salvajes a causa de su enfermedad. Explicó claramente que su método no es otro que cuidar de esa gente y prometerles que no les abandonará. Les acoge en las casas de su asociación, los asea, les alimenta y es posteriormente cuando pasan al tratamiento médico. Pero nunca abandona la acogida calurosa y cariñosa hacia todos ellos. El problema no es sólo de gente que tiene enfermedades mentales graves, sino que te puede ocurrir por una simple epilepsia. El miedo a lo desconocido sigue estando en el trasfondo del problema. Quizá el problema mayor no sea el encadenamiento físico de esta gente, sino a la cantidad de cosas que todos nos encontramos encadenados de manera menos visible. Por suerte Dios nos libera de cualquier cadena.
Enfermos mentales de nuestra zona |
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