Recientemente y debido al harmatán, que es el
viento del norte, vamos del desierto, hemos tenido por aquí una ola de frío que
nos ha dejado tiritando. Los termómetros por la mañana llegaban a señalar unos
quince grados, por lo que ahí nos teníais a todos bien tapaditos para que los
catarros no fueran a más. Las noticias escuchadas de tanta violencia por el
mundo y la persecución contra los cristianos también nos helaban el corazón. Pero
al mismo tiempo hemos tenido durante diez días a los catecúmenos de la parroquia
en la misión. En diversas tandas han estado unos setecientos. Con su ilusión,
alegría, ganas sinceras de seguir a Cristo y animándonos a los que se supone
que estamos en ese camino desde hace tiempo. Gente sencilla, pobre, que duermen
en esteras, se lavan con el cubo que les dejamos en la misión y comparten los
platos para comer. En definitiva, los sencillos de los que habla Jesús, son
ellos los que entenderán verdaderamente el mensaje de Amor y Paz que necesita
este mundo. Alguno acabó en el hospital de vuelta a casa por tener accidente de
moto, pero por fortuna todos han acabado bien. Ante la frialdad de este mundo,
el calor humano, que se consigue con el amor sincero, es la única solución.