El
pasado jueves me encontraba solo en la misión, por lo que tuve que pasar la
misa de Fo-Boure a la mañana para poder ir a otros pueblos por la tarde. Cuando
a las siete menos diez me acerco a la puerta de la capilla, me encuentro que
los catequistas están hablando con la monja y con los ancianos. “Mompe, ha
fallecido una chica”. Me pongo a su disposición
y acordamos hacer el funeral sin el cuerpo en la Iglesia. Me acerco a la
casa donde está la difunta y rezamos, bendigo el cuerpo y la tumba y no espero
a que la entierren, el marido está viniendo de viaje desde la capital de la
región. De vuelta a casa pregunto qué ha pasado. Era una chica joven, profesora
de instituto, en el parto de su segundo hijo todo se complicó y no pudieron
salvarla. Por desgracia cosa demasiado frecuente por estos lares. Se había
muerto esa misma noche y la trajeron en taxi hasta el pueblo, muchas veces
llevan a los difuntos en motos cuando tienen que trasladarlos. Cuando pregunto
por qué no se ha podido llevar el cuerpo a la Iglesia la respuesta es
contundente. La abrieron para operarla y al morirse pues no la cierran, porque
eso cuesta dinero y no tiene ningún sentido gastarlo en un muerto. Por lo que
todas las tripas y líquidos se le salían y era mejor no mover el cuerpo. Era una
chica alegre y llena de vida Serafine, había hecho un gran esfuerzo para llegar
a ser profesora de instituto, mujer y rural, una combinación que suele ser una
gran barrera en este país para progresar. Estaba casada con un musulmán, pero
nunca abandonó su fe. Aunque yo no la conocí personalmente, creo que es un
ejemplo de mujer que con fe fue capaz de mover montañas para conseguir sus
sueños.
martes, 28 de enero de 2014
viernes, 17 de enero de 2014
¿Dónde está mi nueva casa?
En este país, en cuanto alguien tiene un poco
de dinero de sobra, se hace una nueva casa. De hecho es escandaloso ver algunos
edificios construidos por la “gente grande” con todo el dinero que han “robado”
y conseguido de la corrupción. Nuestro amigo Evariste fue acusado,
injustamente, de un desfalco en las cuentas de la fundación Juan Pablo II de la
familia de Cotonou. Después de años trabajando para la Iglesia y siendo junto a
su mujer Charlote pilares fundamentales en la formación sobre la familia. Él
nunca estuvo al frente de las cuentas, pero como faltó dinero, se acusó al más
débil. Sin juicio y sin pruebas estuvo en la cárcel, una experiencia que siendo
dura en cualquier sitio, os puedo asegurar que aquí lo es de manera especial.
El caso es que después de unos años allí, salió sin ser juzgado, pues en
realidad no había ninguna prueba contra él. Él siempre dijo, si he robado, ¿dónde
está mi casa nueva? Pues la realidad es que seguía viviendo austeramente y así
ha seguido su familia. Él no ha guardado rencor a la Iglesia, pues sabe que fue
cosa de algún mal intencionado. Es hombre alegre, que transmite una fe
inquebrantable y que sigue entregado a ayudar en todo lo que puede. Ciertamente
es admirable y un placer conocer gente que a pesar de las duras pruebas que la
vida les hace pasar, nunca pierden la sonrisa en su rostro.
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