jueves, 23 de mayo de 2013

Estadísticas


 Hace unos días fui a hacer la catequesis a un pueblo gando, donde la miseria se puede tocar de cerca en muchas familias, una miseria peor que la de la media, así que imaginaros. El caso es que me sorprendió no ver a Elisabeth en la catequesis, ella siempre es fiel al encuentro. Esta chica fue operada de mayor para que pudiera andar, a causa de la polio estaba impedida. La misión costeó la operación y rehabilitación. Pregunté por su ausencia y me dijeron que había sido madre. Así que decidí ir a saludarla. Cuando entré en la casa se me cayó el alma a los pies al ver las condiciones de la choza, lo cierto es que la tenía limpia y recogida, pero con grandes huecos en la paja del techo y con una de las paredes de barro que no creo que aguante de pie en la época de lluvias. Allí estaba ella junto a su bebe. Claramente era un bebe prematuro, pregunté si tetaba bien y me dijeron que sí. Pero el crío estaba claro que necesitaba cuidados. Ella lo había parido en casa, sin ninguna asistencia profesional. Les dije que había que llevar al niño al dispensario de las hermanas para que en el centro renutricional intentaran que ganara peso y cuidarlo. La abuela estaba en contra, pero convencí a la comunidad para que presionaran. El niño nació el lunes, yo le vi el viernes y fueron al centro el domingo. Después de unos días allí el niño murió. Este niño no saldrá en ninguna estadística, no habrá salido en el último informe del PNUD sobre desarrollo humano, en el que estamos en el puesto 166 y en el que se declara que estamos por debajo de la media del Africa subsahariana. Difícil que pueda salir mucha gente en esas estadísticas cuando no cuentan para nadie y no van a ningún sitio oficial a tratarse. Por suerte,  estos son los primeros que Dios, en sus estadísticas, lleva en su cabeza y en su corazón.