En
este tiempo de Pascua me gustaría compartir una cosa que me sucedió el domingo
de resurrección en una comunidad Gando. La pascua es tiempo de bautismos de
adultos, ya había celebrado otras dos eucaristías con sus correspondientes
bautismos en otras dos comunidades, quedaba la tercera de la mañana. Por
primera vez iba a bautizar en lengua fulfulde, cosa que estuve preparando con
interés, la cuarta lengua en la que bautizo. Cuando llegué a la iglesia, el
catequista me dice que una de las tres mujeres que debía bautizarse no podrá
hacerlo, pues ha parido esta madrugada. Así que como es normal aquí, acordamos
que no pasaba nada y que ya lo hará el año que viene. Pero resulta que nada más empezar la
celebración aparece una mujer con cara de cansancio y con otra chica que
portaba un recién nacido. Miré al catequista y él hizo el gesto afirmativo, era
ella. Lo cierto es que me emocioné. El dispensario está al lado de la iglesia,
seguro que al oír los canticos de la misa de resurrección no dudó en venir. Sé
de la fortaleza de la mujer por estas tierras, de la capacidad de sobreponerse
a cualquier sufrimiento y al parto. Pero me dejó maravillado las ganas de
bautizarse de esta chica joven. Realmente sentí que la resurrección de Jesús no
es en vano, que hay mucha gente humilde que necesita a Dios en su vida.