sábado, 11 de febrero de 2012

La anormalidad se hace norma

¿Qué destino les espera? Por ahora disfrutar la vida
El pasado jueves salí de noche hacía el pueblo de Fo- Buko, el día anterior habíamos estado de fiesta allí. Inauguramos la captación de agua, el molino de la cooperativa de mujeres y el dispensario médico. Todo promovido por la misión  y con la ayuda de distintas organizaciones y amigos. Esa misma noche nos llamarón para decirnos que había muerto Noelí. Una niña de un año que habíamos bautizado esta pasada Navidad. Por eso salí de casa a las 6:30 de la mañana, para celebrar la misa por esa bautizada que había fallecido. Después de la eucaristía me dirigí a la tumba para que todos rezáramos allí por ella y poner la cruz. Me sorprendió de manera muy positiva que la tumba estuviera pegada a la casa y no en mitad de cualquier campo. Os explico por qué. Resulta que entre los bariba la costumbre que hay es que cuando alguien muere de una muerte “vergonzante” se le entierra en algún lugar lejano. Sin embargo, si has vivido una larga vida hasta la vejez, entonces eres enterrado en el patio de casa con todos los honores. Hemos nacido para vivir hasta la vejez, por lo que cualquier muerte prematura por enfermedad o accidente no es algo de lo que enorgullecerse. Si esto ocurre, quiere decir que no has cumplido el destino que se te había encomendado. Pero por desgracia, con demasiada frecuencia, la muerte de los niños de menos de cinco años es algo cotidiano  que forma parte de nuestra vida. Por suerte las familias cristianas entienden que toda vida es un regalo, aunque se haya vivido sólo un año siempre nos espera la Eternidad.