viernes, 23 de septiembre de 2011

Germain, hombre al servicio de la Iglesia


Germain el día de la fiesta, camisa azul con lunares

El pasado domingo al concluir la eucaristía en Fo Boure los críos me decían que por el pueblo se comentaba que Germain el catequista había muerto. Yo pregunté a Bebeto otro de los tres catequistas de la parroquia y me dijo que algo había oído pero que no me lo podía confirmar. Así que me dispuse a salir hacia Kokabo junto a dos amigas que nos visitan, debía celebrar la segunda misa de la mañana.
 No llegué a partir pues me confirmaron lo peor. No sólo había muerto Germain, sino que Teure, una mujer de la comunidad de Buko también había fallecido y otros dos hombres de nuestra comunidad estaban en el hospital. Una furgoneta de las que atraviesan el país en menos de veinticuatro horas había arrollado tres motos. La última se había estampado contra la furgoneta. Rápidamente cambié mi destino, me dirigí junto al presidente de la comunidad y los otros dos catequistas al lugar del accidente. Allí la imagen era dantesca, pero debíamos estar allí para recoger los cadáveres. Los trajimos en nuestro coche al pueblo y como podéis imaginar estaba todo el pueblo conmocionado. Por la tarde celebramos el funeral y los dos entierros.
 Germain había hecho su formación de catequista en 2008, vivía ilusionado junto a su amigo Bebeto este servicio en la Iglesia. Hombre discreto y servicial que acababa de ser padre, hacía un mes, por cuarta vez. Todavía recuerdo con que ilusión me lo comunicó. La formación de los catequistas dura nueve meses, se van de su casa, con su mujer o marido y demás familia. Durante este tiempo es la comunidad la que cuida de sus campos y sus cosas. Es la propia comunidad quien les presenta para hacerse catequistas. La verdad es que no tenemos muchos catequistas y siempre se agradece la buena disponibilidad.
 Una vez más, ante un acontecimiento como este, me vuelvo a preguntar qué nos está pidiendo el Señor cada día de nuestra vida. Una vez más, cada mañana al abrir los ojos, doy gracias por el regalo de un nuevo día. Una vez más, doy gracias a Dios por poder compartir mi fe con esta buena gente, que a pesar de los muchos sufrimientos que pasan, siempre me dan una lección de Esperanza.