
En
medio de este clima, debo decir, que gracias a Dios, hay gente que quiere salir
de este problema, que se hacen conscientes de lo grave que es, y que han puesto
los medios para dejar de beber. Hay dos catequistas que llevan más de un año
sin probar una gota, y hace poco otro más también ha dejado la bebida; estos
son ayudados por un catequista de otra parroquia que sufrió la misma adicción y
que ya lleva muchos años sin probarlo.
Dos
jóvenes de la parroquia, que se encontraban realmente hundidos y en una
situación límite, por fin pidieron ayuda. Les hemos comprado un tratamiento a
base de infusiones y otros productos naturales que venden en un centro de
rehabilitación en Cotonou, y les hemos enviado a otra misión, donde los
compañeros, muy amablemente, los han acogido y les están siguiendo de manera
estricta para que no beban. Por supuesto, durante el tiempo que están allí, van
charlando con ellos y trabajando de dónde viene el problema. Es una gran
alegría para toda la parroquia.