martes, 14 de noviembre de 2017

Ser consecuente y aceptar consecuencias

Ya de vuelta a la misión después de un tiempo de vacaciones, y después de tres semanas de ir tomando el pulso a las diferentes cuestiones que se viven por aquí. Me encuentro por desgracia que el tema de Seeru, pueblo en el que presionaron a la gente para pagar al charlatán, ha tenido sus consecuencias negativas para alguno de los que no quisieron renunciar a lo que creían y pensaban que debían hacer. Es el caso de Alain, maestro en la escuela. Aquí en las escuelas de primaria, por desgracia, no hay suficientes maestros del estado, por lo que los padres de alumnos tienen que hacerse cargo del sueldo de ciertos maestros para que puedan dar clases a todos los chavales. Alain llevaba varios años siendo maestro en su pueblo, según el director del centro, el mejor maestro y el más serio de los que tenía. Pero Alain ha tenido la “desgracia” de ser consecuente con lo que creía que debía hacer, fue a uno de los jóvenes a los que les quitaron la puerta de casa y la moto. Como yo denuncié la situación en la gendarmería, la manera de vengarse del pueblo ha sido negándose a que siguiera trabajando en la escuela. Por lo que por no dar mil francos cefas por aquella cuestión, ha perdido su sueldo de treinta mil francos mensuales. Pero no ha perdido su dignidad, ni su fe, ni nadie le podrá pisotear cuando quiera defender lo que le parezca que está bien. No se ha vendido por el dinero, ni tembló cuando le amenazaron con hacerlo. Ha sido valiente defendiendo lo que para él es importante. Por desgracia hay demasiada gente que sabe que hay una gran masa social en el mundo que es capaz de renunciar a cosas esenciales por dinero.