El otro día cuando hacía deporte con la bici,
me encontré un grupo de mujeres que iban a pescar. Gran sorpresa para mí, pero
descubrí que en uno de los ríos que está seco, hay un par de zonas donde el
agua queda retenida y donde, según estas mujeres, hay peces. Allí iban con sus
redes artesanales a meterse dentro del agua y pescar. Yo estuve esperando un
buen rato para ver como lo hacían, pero tenían que esperar a que estuvieran
todas para poder comenzar, se juntan mujeres de tres pueblos en ese lugar, todo
está bien organizado. Durante la espera me fije que había redes hechas al
estilo tradicional. Pero que otras habían usado las mosquiteras, que se
distribuyen para protegerse durante la noche de las picaduras de los mosquitos,
para hacer sus redes de pesca. Espero que fueran mosquiteras que ya estaban
viejas, o quizá no. En cualquier caso esas mujeres habían decidido que era
mejor usarlas para encontrar algo de comer, que usarlas para protegerse ellas y
sus hijos de la malaria. Una cosa está clara y no podemos dudar, aquí lo del
reciclaje está muy asumido, casi nada se tira, pues todo tiene algún que otro
uso posterior. Normalmente lo que nos falta es reciclar nuestras ideas y
nuestra forma de pensar. Estamos en tiempo de cuaresma, buen tiempo para
reflexionar si cada uno debemos reciclarnos y mejorar nuestra relación con el
medio ambiente, con los demás y con Dios.