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No sabe ponerse la camisa, pero lee de maravilla |
Cuando uno piensa que nada se le resiste porque ya empieza a
leer el Evangelio en bariba en misa y porque incluso se atreve a decir unas
palabras en la homilía en la lengua local, resulta que unos renacuajos te
devuelven a la dura realidad. Queda mucho por trabajar y por seguir practicando
y aprendiendo. Da gusto ver a María Dominica o a Gerard, críos que no llegan al
ambón para leer, pero que abren la Biblia en su idioma y que leen con una
soltura abrumadora. El gusto es doble, porque no permiten que me engría
creyendo que se más que ellos, pero además porque en un país donde mucha gente
no sabe leer, donde los que lo hacen es en francés en general y de aquellas
maneras. Ver críos que están alfabetizados tanto en francés como en bariba es
un canto a la esperanza. Me alegra que sean ellos los que me recuerden que debo
hacer las cosas con humildad, pues siempre hay alguien que nos supera.