Hoy acabamos un año lleno de aconteceres interesantes para el
devenir de la historia, tanto mundial como personal de cada uno. En estas
fechas de comilonas y banquetes, hay que tener mucho cuidado con la intolerancia
a ciertos alimentos para que a nadie le sienten mal las viandas. Yo no recordaba
tanto problema a esto cuando éramos pequeños, pero supongo que los problemas
estaban ahí sin detectar. De la intolerancia a la que me refiero hoy, es a la
falta de respeto y aceptación de las maneras de pensar de los otros, de las
maneras de creer. Esa intolerancia que sólo trae violencia y separación. Por
muy increíble que parezca, hoy en día sigue habiendo demasiada gente que no respeta
a los que son diferentes. El último caso lo hemos vivido ayer, un padre ha expulsado
de su casa a su hijo de unos catorce años. ¿El motivo? Que quiere ser cristiano
y en su casa son musulmanes. Así que el padre, contraviniendo toda lógica que nosotros
podamos tener, ha dicho que no es más su hijo, y que no quiere verlo más. Por
suerte en la comunidad se han organizado y ya le han acogido en una familia
como uno más. Hemos intentado hablar con ese padre, pero no quiere atender a razones.
Pidamos a Dios, el Dios de la Paz, que el próximo año nos de a todos la
capacidad de ser más tolerantes con los que no piensan ni sienten como nosotros.
