Este mes de octubre que concluye es el mes de las misiones
por excelencia. Mucha gente felicita, anima, e incluso admira la labor de los
misioneros. Pero qué es ser misionero sino salir a anunciar algo que te llena,
que da sentido a tu vida, a Alguien que es el verdadero Amor y fundamento de tu
existencia. Ese salir, no significa sólo irse a países lejanos, sino salir de
ti mismo, de tus comodidades, de tus lugares donde te sientes seguro, ser
valientes y anunciar a Jesucristo en la vida diaria. Todos estamos llamados a
ser misioneros. Aquí la gente de la parroquia lo tiene claro, aunque no siempre
son capaces de hacer misión, sí que saben que están llamados a hacerla. Porque
son minoría, porque el entorno no es un entorno de cultura de cristiandad,
porque Jesús de Nazaret es un gran desconocido para esta sociedad. Y son
valientes, les siguen criticando, machacando, menospreciando, quitándoles las
pertenencias dentro de las mismas familias, sólo por haberse convertido e ir a
la iglesia. Por eso comprenden la importancia de anunciar a Dios que es Amor, a
Dios que es perdón, a Dios que es misericordia. Con esta gente uno aprende a
ser misionero y lo importante que es pegarse palizas y agotarse por
anunciar a Jesucristo. Que todos seamos misioneros donde nos encontremos.