Estamos en el comienzo de la sesión de lluvias, que no acaba
de arrancar como debía. Siempre es un tiempo difícil para esta gente, pues las
reservas del año empiezan a escasear. El año pasado la cosecha fue mala, por lo
cual el problema se agrava. Mucha gente come sólo una vez al día, si lo hacen,
o cada dos días. Pero los hay que se han quedado sin nada con qué dar de comer
a sus familias. El otro día vino un paisano a pedir que le prestáramos un saco
de maíz, unos 110 kilos, para poder comer hasta que la nueva cosecha empiece a
dar sus frutos. Aun así, no se les ve tristes o desanimados, siempre confiando
en Dios y en que las lluvias les proporcionaran comida para el próximo año. El
problema es que muchos se endeudan para poder cultivar y mucho de lo que
cosechan es para poder devolver lo que les han prestado. Esperemos que el buen Dios
nos envíe suficiente agua como para poder subsistir dignamente.