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En el camino entre Seeru y Bori |
Ya estoy concluyendo mi octavo año en la misión, y
este año he descubierto, una vez más, nuevos e interesantes lugares. Al principio
de año viaje por el sur de Burkina y entre al norte de Togo, no estuvo mal. En
julio fui a conocer Grand Popo y todas las cosas interesantes y bonitas que se
pueden ver allí, fuimos en piragua, vimos manglares, el encuentro del río con
el mar, y eso que no me habían hablado muy bien del sitio. Si no fuera porque
estaba con paludismo, seguro que lo habría disfrutado todavía más. En octubre
decidí tomar un camino cercano a la misión que nunca había recorrido, luego
entendí porque nunca lo había recorrido, estaba desastroso, pero tenía rincones
preciosos y vistas maravillosas. Al final, en la vida, hay que arriesgar y seguir
las intuiciones, porque corremos el riesgo de no poder disfrutar de lugares
únicos. Pero todo esto es anecdótico, pues lo importante es que sigo
aprendiendo muchísimo de esta gente con la que convivo, lecciones de vida que
espero no se me olviden. Aprendo de su cultura y de su manera de vivir. No es
que todo lo hagan bien, ni mucho menos, pero conservan valores ancestrales que
no deberíamos perder, y ellos sí tienen ganas de aprender y de conocer, sobre
todo tienen ganas de Jesucristo.